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viernes, 19 de abril de 2013

Cuento inspirado en ¨Las mil y una noches¨



El ANILLO.

En la antigua Israel el Rey Salomón era considerado un monarca sabio y justo, se podría decir que el mejor de la historia, hijo del Rey David y Betsabé, este logró alcanzar todo lo que alguna vez soñó, tenía un harén de mujeres que servían a sus ordenes en todo momento y esperaba con ansias una nueva integrante a este grupo. La más opcionada era Esmeralda una joven con ojos grandes, verdes y expresivos que le hacían justicia a su nombre, tenía el cabello de color negro, brillante y largo, de contextura delgada está mujer capturaba la atención de todos aquellos que la miraban aunque siempre estuviese con el rostro cubierto. Pero el Rey Salomón no fue el único que cayó bajo los encantos de aquella mujer, Samuel un humilde joven sin familia también estaba enamorado de Esmeralda y estaba dispuesto a hacer todo lo que fuese necesario para conquistar a la joven hija de un mercader.

Esmeralda pasaba todos los días por el mercado para comprar los utensilios que necesitaba y de esa forma mantener el hogar y ayudar a su padre que después de haber ofrecido a todas sus hijas mayores había quedado solo con esta ultima. Samuel la observaba desde que salía de su casa hasta que llegaba al mercado, hablaba con algunas personas, parecía ser muy amable, desde el primer instante en que la vio estuvo seguro que ella era el amor de su vida, no podía pasar un día sin pensarla o querer hablarle, pero al parecer Esmeralda no notaba su existencia. Un día la joven pasó muy cerca de Samuel y le sonrió, este tomó el valor necesario y le dio la única cosa de valor que tenía y había conservado como un tesoro desde que su madre murió, un broche de oro. Desde ese día Esmeralda y Samuel se encontraban en el mercado, pero no hablaban simplemente se miraban y así nació el amor en esta pareja.

Samuel sabía que debía conseguir algo de gran valor para poder convencer al mercader de darle la mano de su hija, así que comenzó a observar al Rey Salomón quien siempre aparecía con joyas diferentes pero con un solo anillo en su mano, este anillo debía ser importante dijo, al instante una voz le respondió – Así es ese anillo le asegura al Rey Salomón la eternidad, si posee ese anillo su cuerpo jamás será carcomido- Samuel al escuchar esto tuvo una idea, ofrecerle al mercader ese mágico anillo y así podría estar siempre con Esmeralda.

Al escuchar esto la joven no estaba contenta pues para poder conseguir ese anillo Samuel debía arriesgar su vida, Esmeralda estaba decidida a no dejar que hablara con su padre, pero Samuel aprovechó una mañana y no cumplió con la cita que siempre tenía con Esmeralda y en cambio se dirigió a casa de la joven para hablar con el padre.

-Buenos días señor, yo soy Samuel y vengo a pedirle la mano de su ultima hija Esmeralda- Dijo Samuel.

Entre burlas el padre de Esmeralda responde – ¿Has perdido la razón?, Esmeralda por ser mi ultima hija es mi mas preciado tesoro y hasta donde yo se tu no eres nadie, mientras que el Rey Salomón es ideal para poseer a mi adorada Esmeralda… o ¿acaso que don tienes para mí?-

-Le aseguró que lo que le vengo a ofrecer a cambio de la mano de su hija vale más que el mismísimo Rey Salomón- Dijo Samuel.

- ¿Qué es eso de lo que tanto alardeas?- Pregunta ansioso el padre de Esmeralda.

- Un anillo que le dará la vida eterna, por más muerto que este su cuerpo nunca desaparecerá, ese anillo es mágico y quien mejor que un hombre de tan alta alcurnia y distinción como usted para tenerlo y así nadie lo olvidara jamás- aseguraba Samuel al mercader.

-No puedo negar que esa idea me convence pero antes que nada necesito que me traigas ese anillo y después vemos que decisión tomo sobre el futuro de mi hija- Dijo el mercader bastante interesado con la propuesta de Samuel.

Ahora lo único que separaba a Samuel y  Esmeralda era el anillo que estaba bajo el poder del Rey Salomón, así que Samuel se paró durante semanas frente al palacio donde pasaba la mayoría del tiempo el Rey y de esta forma poder idear una manera de ingresar al palacio y llevarse el anillo.

Luego de mucho tiempo de análisis Samuel decidió que ese era el día para entrar al palacio, fue hacia un árbol cerca a la muralla y subió en el, saltó y logró ingresar pero al mirar a la derecha vio a un guardia que lo observaba fijamente, en ese momento la tez morena de Samuel se torno blanca y supo que por primera vez en su vida debía matar a un hombre y todo por el amor de una mujer. Allí estaban los dos frente a frente, un guardia fornido, alto, moreno, con una mirada de acero y Samuel un flaco y pobre joven que no sabía en que se estaba metiendo, pero también con una mirada que daba a entender que no daría un paso en falso.
El guardia tomó a Samuel de los hombros y comenzó a golpearlo, este intentaba defenderse pero no podía, por fin había entendido que su historia terminaba, pero que al menos la razón de su muerte valía la pena, lo único que deseaba cambiar era que su último momento de vida no fuera con ese guardia sino con su amor Esmeralda. Cuando Samuel pensaba que todo estaba perdido, el guardia se paró frente a él, alzó sus brazos en los cuales tiene una lanza que planea insertar en el cuerpo del joven y cuando esta a punto de hacerlo desde la muralla saltó una delgada figura que le clava una espada desde la espalda hasta el corazón al guardia, esta era Esmeralda.

El guardia yació tendido en un charco de su propia sangre y Esmeralda tomó con su mano a Samuel, ahora eran un equipo y estaban preparados para conseguir el anillo que tanto deseaba el padre de la joven. Lograron llegar hasta la puerta del cuarto del Rey, allí se definía todo, ese era el momento de la verdad. Cuando Samuel tomó con su mano la perilla de la puerta y la comenzó a girar, se escuchó un grito que los dejó impactados, se abrió la puerta bruscamente y de allí salió una de las concubinas del Rey gritando y llorando, dejando descuidadamente la puerta del cuarto abierta sin notar la presencia de los dos intrusos, este era el momento para tomar el anillo, así que entraron al cuarto y en el piso encontraron al Rey sin vida. Samuel se agachó para coger el anillo pero se empezaron a escuchar pasos y voces probablemente de los guardias, Esmeralda y Samuel decidieron huir a través de una ventana, pero los guardias los lograron ver saliendo, ahora eran los principales sospechosos de la muerte del tan amado Rey, todo el mundo los estaba buscando.

Pasó una semana y el Rey ya había sido enterrado, pero Samuel a pesar de estar con Esmeralda todavía quería cumplirle su palabra al padre de la joven y entregarle el anillo. Los dos decidieron ir hasta el lugar donde estaba enterrado el Rey y lograron ingresar, allí estaba el Rey Salomón aun después de la muerte intacto e  imponente con su anillo en la mano. Samuel deslizó lentamente el anillo del dedo del Rey, al hacer esto sorpresivamente y aunque solo llevaba una semana de muerto el cuerpo se desintegró, con el anillo en su poder ya se podían ir del lugar, pero Samuel no fue capaz de aguantar la tentación y se puso el anillo en la mano sin saber que ese anillo había sido hecho únicamente para el Rey Salomón y que quien se lo pusiera estaba sentenciado a la muerte. Samuel se sentó en donde antes estaba el Rey y se puso el anillo en el dedo, Esmeralda al ver esto comenzó a decirle que era hora de irse pero Samuel no respondía, en realidad no respiraba, ni parpadeaba ni absolutamente nada. En ese momento Esmeralda lo entendió todo.

Samuel había muerto y Esmeralda sabiendo que todos afuera los estaban buscando y que probablemente lo único que le seguía importando, su padre, ya no quería saber nada de ella, decidió quedarse allí junto a su amado, tomándolo de la  mano para que nunca se sintiera solo y sabiendo que ella pronto estaría enfrentando ese mismo destino, el de la muerte.


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Google imágenes. (Palacio del Rey Salomón).
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